sábado, septiembre 11, 2010

La quimera

- Llorar llorar ya no lloro. Hasta de eso se me han quitado las ganas.
- ¿Qué pasó?
- El problema es que no pasa.
- ¿Y qué no pasa?
- ¿Alguna vez has tenido algo tan cerca y has sentido que estaba demasiado lejos?
- Si, alguna vez.
- Es extraño, pero hasta hace relativamente poco solo un pensamiento ronda mi mente. La imagen de esa persona que solo puedo admirar desde la distancia. Esa misma distancia que me impide hacerle llegar lo que realmente pienso y siento.
- Eso va a ser del corazón. Estás enamorado, un par de semanas con las suecas de la playa y listo.
- Ojalá fuera tan fácil. Esto no se olvida así. Llevo varios días suspirando por ella, y otros tanto pensándola. Cuando estoy con ella todo cambia, se crea una burbuja, un aura que me exilia del mundo, que me hace creer que solo existe ella y yo. Es raro, es extraño, pero mi realidad se tergiversa, se cambia, se moldea y hace que todo lo que yo vea se vuelva bello y bonito. Parece que los problemas sean simples minucias y que se puedan superar sin demasiado esfuerzo. Y sin embargo, la solución de mis problemas es a la vez la causa mi tormento.
- Igual estás siendo cobarde y deberías decírselo.
- Igual la respuesta me duele más que vivir en una quimera.

viernes, septiembre 10, 2010

Historia de un fracaso

Si somos lo que hacemos y sólo nos acordamos de los fracasos a lo largo de la vida ¿Somos un fracaso? ¿No es la vida eso, una continua sucesión de fracasos que vamos superando? Lo cierto es que fracasar nos produce un extraño sentimiento de frustración e impotencia. Pero a menudo son los fracasos los que nos forjan como personas porque no debemos olvidar, que si hay algo de lo que aprendemos es de los fallos, porque de los triunfos no aprendes, de los triunfos sólamente puedes disfrutar y a veces ni eso.

Son tantos los fracasos que llevo cosechados que creo que debería empezar a escribirlos, quizá así saque algo positivo, quizá así realmente acabe aprendiendo de ellos, en vez de cometerlos una y otra vez.

martes, septiembre 07, 2010

Dolor y placer

- Hay en ocasiones en las que prefieres estar muerto y borrar esos recuerdos para siempre.
- Uy...eso me recuerda a una frase.
- ¿Qué frase?
- Y cuando menos lo esperaba, la muerte, no salvó de la vida.
- Joder...Qué siniestro!
- Lo es. Pero ¿Y?
- Nada, nada. Qué creí que querías animarme.
- Yo no quiero animarte. Sentir dolor no es tan malo.
- ¿No?
- No. El dolor nos da un perspectiva nueva de la vida, nos hace más libres, nos hace conocer otras cosas.
- ¿A si? Me gustaría saberlo.
- Bueno míralo de este modo. ¿Nunca te has preguntado por qué existe el dolor?
- No.
- Pues en la respuesta a esa pregunta, está la explicación a lo que dicho. Si hay algo que me ha enseñado el dolor es a valorar las cosas buenas de la vida. Yendo más lejos, creo que dolor y placer son principios antagónicos. Son como el Yin y el Yan. Él uno sin el otro no puede existir. Como la muerte y la vida. ¿Entiendes?
- Si creo que si. Te refieres a que si el dolor no existiera, tampoco sabríamos que es el placer, porque si por algo lo conocemos es porque cuando estamos embriagados de felicidad, recordamos inconscientemente que ese estado en el que estamos es totalmente contrario al de cuando estamos tristes.
- Y a la inversa igual. Para conocer el placer debemos conocer necesariamente que es el dolor. Más que nada, para tener un punto de referencia en el que fijarnos y comparar.
- Entiendo.

lunes, septiembre 06, 2010

Hay que ser síncero, aunque duela.

- Espero entonces que estés contento. Ya lo has conseguido, lo has cabreado. Ahora seguro que se joden los planes.
- Lo siento.
- No, no lo sientes. Pero bueno, que se le va a hacer, así eres tú...¿por qué nunca eres capaz de medir tus palabras eh?
- Oye, oye. Creo que te equivocas. Yo mido cada una de mis palabras para que al ser escuchadas lleguen a la otra persona. Es por eso que está cabreado, porque las he medido al milímetro.
- A ti lo que te pasa es que te dejas llevar demasiado. Hay que ser más objetivo a veces, más neutral, ya sabes. Esto nos evitaría cabreos.
- Mira...objetivos son los números, no las personas. Yo soy subjetivo a la hora de decir estas cosas. Y hay que serlo, porque lo que no se puede esconder es cuando una cosa te molesta ¿No ves que si no lo seguirán haciendo?
- ¿Y vale la pena perder una amistad por ello?
- Si se pierde un vínculo tan grande como la amistad por estas cosas, ya me dirás que amistad hay...Además, verás como mañana cuando estemos todos más en frío, y hayamos recapacitado, especialmente él, vuelve todo a la normalidad.  Los amigos estamos en las buenas y en las malas, y siempre no nos van a decir lo que queremos oír. ¿Qué clase de amigos seríamos entonces? Hay que ser síncero, aunque duela.