jueves, diciembre 17, 2009

Un beneficio propio

Son muchas las veces que nos planteamos si la vida es justa. Lo cierto es que en la mayoría de casos no lo es. Si algo caracteríza a la justicia es su poder igualatorio y a medida que transcurre nuestra vida nos damos cuenta de que en este mundo hay de todo menos eso. Llegado a ese punto solo nos quedan dos vías de escape, rendirse y morir o rebelarse contra la vida y seguir. Quiero pensar que en la mayoría de los casos es así. Quiero pensar que muy en el fondo de nuestra vanal vida somos transgresores, que no nos conformamos con lo que viene, contruímos nuestra propia senda en la que los baches nos hacen caer, pero que al fin y al cabo, es la que nosotros construímos. Porqué con nosotros no va la resignación ante el destino, porqué ante todo nos movemos por el impulso de nuestro espíritu guerrero que quiere cambiar, transformar, moldear su realidad. Estamos en un estado de revolución permanente. El problema es que hace tiempo que perdimos el rumbo y no construímos una senda que nos lleve a un poder igualatorio, sino más bien, a un beneficio propio.

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