jueves, septiembre 03, 2009

Brotes de cordura

- La utopía es una realidad, hemos creado el paraíso. ¿Por qué está de esa manera? ¿Esto es lo que todos queríamos, incluido usted no? Las personas conviven en paz y armonía en una sociedad basada en la cooperación mutua de cada individuo. Todos somos iguales, todos tenemos las misma oportunidades, sin excepción. Debería estar orgulloso con lo que hemos creado gracias a usted líder.
- No lo sé. Quizá sea que estoy cansado.
- ¿De qué?
- No lo sé.
- ¿Entonces?
- Es difícil de explicar. Cuando comencé en esto, era joven y fuerte. Estaba lleno de esperanzas, de energía, de ansias porqué la revolución triunfara a toda costa.
- Y ha triunfado ¿En que mundo vive? Abra los ojos.
- Ya sé que ha triunfado. Pero hay algo que remuerde mi conciencia, que me vacía y me consume día a día.
- ¿El qué?
- Hemos pagado un precio muy alto por esto. Quizá tu no lleves en tu espalda la carga de una conciencia que te condena a cada momento por la cantidad de vidas que has arrancado de los cuerpos de tus enemigos e indirectamente de tus amigos. Cómo me recordará la historia ¿Cómo un tirano o un heroe salvador? Lo cierto es que ya estoy sufriendo el peso de mis actos. Nadie sale impune de lo que hace y menos si se trata de borrar del mapa de la existencia vidas con sueños y esperanzas, cómo las que yo tenía de joven. Lo cierto, es que la revolución no es cosa de niños, ni durante ni después de ella. Y ahora esa incógnita recorre mi mente hasta el último resquicio. ¿Estaba preparado para ser el líder de esto? Sospecho que no...

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